NAUFRAGIOS DEL SIGLO XIX

En la noche del 31 de enero de 1832, la fragata inglesa Eclipse, al mando del capitán Davis, en viaje de Londres al Cabo de Buena Esperanza con un cargamento de objetos y efectos de valor, encalló en la costa de Garafía, en el lugar conocido como Fajana Grande, a causa de la espesa niebla que le impidió ver tierra.
A pesar de los arrecifes y escarpes que existen en aquella costa, sólo pereció una persona, por haberse arrojado al agua precipitadamente.
El 11 de noviembre de 1863 arribó al puerto palmero el transporte de guerra español General Álava, con fuego en una de las carboneras. Como el incendio no remitía, el comandante Pita da Veiga, después de escuchar a la junta de oficiales y maquinistas, en la madrugada del día siguiente decidió el desembarco de las tropas que iban a bordo y la varada del buque en la playa de Bajamar, para intentar su rescate.
Pero se levantó mal tiempo y la popa quedó anegada por el agua.
El día 13, el aspecto que ofrecía el barco era desolador: la fuerza de la marejada había partido el buque en dos y su aparejo, velamen y chimenea, eran un amasijo de hierros, cabos y palos.
El 8 de marzo de 1895, la balandra María Luisa, al mando del capitán Luciano Rodríguez Silva, vecino de la capital palmera, y con un cargamento de sal, salió de Cádiz en dirección a Santa Cruz de La Palma.
A los pocos días de viaje se vieron sorprendidos por un fuerte temporal, viéndose obligados a abandonar el barco y desembarcaron en las costas de Larache, sin que se lamentara pérdida de vida alguna.
En noviembre de 1898 la goleta inglesa de tres palos Barbadian naufragó en las proximidades de la playa de Los Lázaros, en la costa de Fuencaliente.
A bordo llevaba un cargamento de sal, que había cargado en Trápani (Italia) y se dirigía a Gloucester, en EE.UU.
El 29 de noviembre de 1898, el histórico velero La Verdad, cargado de cajas y garrafones de aguardiente y bajo el mando del capitán Miguel Sosvilla, zarpó de La Habana con destino a Santa Cruz de La Palma.
El día 12 de enero de 1899 siguiente, a plena luz del día y cuando navegaba en la derrota de las Bermudas, el buque tocó fondo y quedó varado sobre un bajo.
La tripulación pudo alcanzar tierra sin novedad, pero el barco se perdió por completo.