UN CAYUCO DE “NIÑOS” LLEGA A LA PALMA TRAS MAS DE UN AÑO SIN PATERAS

ERENA CALVOLAS PALMAS. «Ahora mismo estamos recogiendo sábanas para llevarlas al polideportivo donde van a pasar la noche los inmigrantes», explicaba a ABC al otro lado del teléfono el presidente del
17/10/2007
LAS PALMAS. «Ahora mismo estamos recogiendo sábanas para llevarlas al polideportivo donde van a pasar la noche los inmigrantes», explicaba a ABC al otro lado del teléfono el presidente del Cabildo de La Palma, José Luis Perestelo, cuando se dirigía, a media tarde, hacia las instalaciones de Tazacorte donde se albergó a los 161 subsaharianos que alcanzaron la isla pasadas las cinco de la madrugada.
Era el primer cayuco en tocar tierra palmera desde hacía más de un año. «Los indicios apuntan a que se desvió cuando intentaba llegar a Tenerife», dice la Guardia Civil, que detuvo a tres de los ocupantes como presuntos patrones. «Manejaban la embarcación a su llegada», añadieron. Son dos varones de Sierra Leona y otro de Gambia, que no pisaban la isla por primera vez. La letrada que los asistió, según declaró, y uno de los policías, ya les habían atendido en el cayuco que alcanzó La Palma en 2005.
Con 22 metros de eslora y un motor de 40 caballos, la piragua navegó durante más de diez días con 161 personas a bordo, 17 de ellos menores; aunque tras el desembarco 38 inmigrantes dijeron ser niños.
Como informaban esta semana a ABC miembros de los Equipos de Respuesta Inmediata (ERI) de la Cruz Roja, «cada vez son más los menores que alcanzan las Islas por esta vía». En los últimos tres días han llegado en pateras y cayucos entre treinta y cuarenta chicos, saturando las instalaciones habilitadas como medida de urgencia por el Gobierno de Canarias el pasado año.
Si el cupo del Archipiélago es de 350 menores, ya son casi 800 los que conviven en los centros canarios. Días atrás responsables del Ejecutivo regional volvían a demandar del Estado ayuda para descongestionar estas instalaciones.
Los de ayer, mayores y pequeños, llegaron a La Palma en buen estado de salud, «teniendo en cuenta la distancia recorrida en unas condiciones que muchas veces son extremas». Fue su buen estado, informa Ep, el que llevó al jefe de Capitanía Marítima, Manuel González, a suponer que «los inmigrantes han estado en un barco más grande y en alta mar fue el pase al cayuco».
Como otras veces, fue un pescador, vecino de Tazacorte, quien dio la voz de alarma cuando avistó la piragua. Eran las cuatro y media de la madrugada. Poco después los indocumentados terminaban un viaje que empezó en algún punto de Conakry o Gambia, «como la mayoría de los que están llegando estas últimas semanas», dice Austin Taylor, responsable del ERI de Tenerife.
«Aunque en La Palma no contamos con un dispositivo tan grande como en el resto de islas, porque allí llegan muy pocas embarcaciones», relata Taylor, «sí que tenían almacenados algunos «kits» de emergencia y hoy (por ayer) se van a enviar más».
Los vecinos de Tazacorte quisieron ayudar para aliviar un poco la situación de los recién llegados, que serán derivados hoy a centros de otras islas -en La Palma no hay- una vez se dé por finalizado el proceso de identificación.
«Somos un pueblo de emigrantes, nuestros antepasados también abandonaron su patria para instalarse en Venezuela; eso nos hace ser hospitalarios», decía orgulloso ayer Perestelo al tiempo que contaba, ya en el polideportivo, cómo se han volcado los palmeros con los subsaharianos. «Han traído comida, bebida, ropa... todo lo que pensaban que podía ser necesario».