El mar entra en la avenida y alcanza la calle Trasera y la calle Real.
El temporal registrado del 7 al 8 de enero de 1999, que, partiendo de un oleaje inicial de swell, derivó en un enérgico Sea por acción directa del viento; y ello fruto del descenso en latitud y profundización entre los días 5 y 6 de una borrasca situada frente a Finisterre.
Encajada entre el anticiclón de Azores y el existente en el Mediterráneo, canalizó los vientos hacia Canarias con un claro rumbo S-SW, que terminaron rolando al SE.
El incremento de la intensidad de éstos de 30 a 60 km/h de media, con rachas máximas de 70 a 80 km/h (Criado y Dorta, 2003), determinó que en el litoral este, sureste y suroeste la ola significante alcanzara los 2,5 m y la máxima entre 4 y 5 m - incluso los 8 m en algunos momentos -, mientras que el período cayó de 12 a 6 segundos. A estos cambios se sumó la disminución de la longitud de onda, que, si en las horas previas al temporal era de unos 200 m, durante el mismo no rebasó los 50 m.
Un oleaje de tan escaso desarrollo se vio favorecido además por un fetch inferior a 70 km, al situarse el centro depresionario entre el este Tenerife y oeste de Gran Canaria.
Un oleaje de tan escaso desarrollo se vio favorecido además por un fetch inferior a 70 km, al situarse el centro depresionario entre el este Tenerife y oeste de Gran Canaria.
Estas variaciones fueron menos evidentes en la costa norte, debido no solo al emplazamiento de dicho centro, sino también al hecho de que este temporal enlazó casi sin solución de continuidad con una sucesión de tormentas de gran magnitud acontecidas entre el 26 y 30 de diciembre de 1998.
Se trata de un episodio que comenzó con la llegada a la isla entre los días 26 y 27 de olas del NNW y N de 500 m de longitud, de 4,7 m de altura de ola significante, 7,6 m de máxima y 18 segundos de período.
Estos valores apuntan a un swell procedente del Atlántico Norte, en relación con vientos de las latitudes templadas y fetch del orden de los 3000 km; por tanto, a un oleaje no local considerando que en el área de Canarias reinaba una circulación débil del este con vientos secos del Sahara.
El paso de esta situación de estabilidad atmosférica a una circulación del norte recrudeció el temporal entre los días 29 y 30, cuando sobre la isla soplaron vientos del N-NNW de 35 a 45 km/h de velocidad media provenientes de una potente borrasca situada sobre Irlanda.
El paso de esta situación de estabilidad atmosférica a una circulación del norte recrudeció el temporal entre los días 29 y 30, cuando sobre la isla soplaron vientos del N-NNW de 35 a 45 km/h de velocidad media provenientes de una potente borrasca situada sobre Irlanda.
De ahí que la ola significante tuviera 5,7 m de altura media y la máxima superara incluso los 10 m.
La disminución de la intensidad del viento en horas posteriores supuso la pervivencia de un swell en el que se mantuvieron los períodos largos, al tiempo que descendió de forma progresiva la altura de las olas
Fuente:http://geomorfologialitoral.blogspot.com/2009/05/la-incidencia-de-los-temporales-marinos.html